Deadpool es ya, por derecho propio, uno de los personajes más carismáticos del Universo Cinematográfico Marvel.

Wade Wilson, alias Deadpool (agradezco que, a diferencia de los cómics en castellano, en las películas dejen su nombre sin traducir: Masacre) es irreverente, estrambótico, sumamente provocador y el rey de la parodia. No teme meterse con nadie, ni siquiera con el actor que lo encarna: Ryan Reynolds. Y es que Deadpool es lo que es, además de por la tinta de la que fue creado, precisamente  porque este actor decidió darle una segunda vida tras la fallida aparición del personaje en la primera cinta de Lobezno. Deadpool era, sin duda, irreconocible en esa cinta, lo que decepcionó a los seguidores de los cómics.

Reynolds es fan del segundo enmascarado rojo más querido (el primero para mí y muchos otros. Fuck off, Spidey. Bromeo, a Peter también lo quiero, pero a Wade le hago la ola). El cariño que el intérprete siente por su personaje queda patente en cada escena, vídeo promocional (¡que son canela en rama, repletos de cameos!) y promoción en redes sociales. En sus tuits ya no sabemos dónde termina el hombre y comienza el antihéroe.

Está secuela está plagada de easter eggs y referencias, algunas de lo más curiosas. ¡Ni DC se libra de los comentarios jocosos de Deadpool!

No es una película para niños, aun así en la sala había unos cuantos (que se quedaban ojipláticos cada dos por tres. Sus comentarios asombrados me hicieron reír).

Personas con niños al cargo: si son muy pequeños puede que se traumaticen un poco bastante. Aviso.

Deadpool rompe constantemente la cuarta pared, se dirige a quienes vemos, entre risas y estupefacción, sus desventuras.

Las actuaciones son magníficas y las nuevas incorporaciones me parecen muy acertadas.

Cable y Domino son dos secundarios de excepción. Solo he echado en falta más escenas de Cabeza Nuclear Adolescente Negasónita (yep, es su nombre completo) y su novia kawaii.
¿Saldrán más en la siguiente?

La BSO es la guinda. 

Cuento los días para ver otra vez a Deadpool en la pantalla grande.

¿Os gusta este loquillo tanto como a mí?