Santa Clarita Diet ha vuelto con una segunda temporada desternillante.
El humor negro y el histrionismo se dan cita en esta ficción que aprovecha la mínima oportunidad para introducir críticas de lo más acertadas.
La familia Hammond es disfuncional y extraña, a la par que entrañable.
El matrimonio y su hija Abby siguen afrontando los cambios en su vida, eso les lleva a hacer algunos descubrimientos sobre lo que está sucediendo y cómo han llegado a esto. Pero Sheila debe alimentarse y Joel no la dejará sola, por lo que el nivel de gore también es elevado en este nuevo asalto.
Hay un par de giros interesantes y gags realmente divertidos, en muchos de ellos está de por medio Eric, el vecino que les ayuda y al que percibimos como uno más de la familia.
Un punto muy positivo de esta serie es el ritmo, que se mantiene estable durante los diez episodios. Es material de maratón.
Lo mejor es, sin duda, el guion. Sí, como lo leéis, no hay puntada sin hilo y las risas están garantizadas. Los personajes ayudan, y mucho, a ello. Nada mejor que una (en apariencia) típica familia de clase media americana que pone patas arriba su vida y se ve obligada a enfrentarse a las situaciones más estrambóticas, todo para sobrevivir.
Espero que se apruebe una tercera temporada y podamos disfrutar más de los Hammond.
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