2010

Los Arcanos_1er capítulo...¡¡Peligro Spoiler!! (Leer iniciados 1º)

21:49

(ABSTENÉOS LOS QUE NO HAYÁIS LEIDO "LOS INICIADOS")


Capítulo I.


Un rayo de sol quebraba la almohada entre él y yo, ambos estábamos solo separados por los pliegues del edredón color ocre de la gran cama con cabecero de forja.


Miré a mi alrededor, recorriendo cada detalle de los rodapiés de la pared, que era de madera de mitad para abajo y pintada en blanco hasta el techo, podía pasarme horas enteras adivinando formas en las betas del parquet del suelo y acariciando la suave alfombra de estilo persa en colores verdes, rojos y azules.
 No hacía ni ocho meses de la muerte de Donovan, y Aedan Tavish juraba el cargo oficialmente esa misma tarde, como nuevo líder Arcano a la vez que Murray, el hermano de Don, subía al trono.


Mis habilidades habían mejorado notablemente, aunque debía controlar mi humor, pues solía ir ligado a exhibiciones de estas y eso era algo no demasiado conveniente a la hora de esconder mi identidad vampírica al resto de las personas, (fuesen cuantas fuesen), de la royal.


Todavía no me había planteado lo que iba a hacer con mis amigos humanos, una vez que mi “juventud” fuese algo sospechoso, al pasar el tiempo y mantener no solo mi piel tersa, si no la misma talla de sujetador, ¡maldita sea!
 Bastian se despertó, estirando los brazos, y tensando a su vez, los músculos de estos, visibles bajo la camiseta de color blanco básica que se ajustaba a su bien definido torso.

Me mordí el labio, aún no me acostumbraba a que alguien tan hermoso me perteneciese y yo le perteneciera a él.

Se apoyó sobre la colcha y me besó en los labios con suavidad. No pude evitar enredar mis dedos en su cabello color caramelo con destellos rojizos y de tacto sedoso, atrayéndolo hacia mí y enroscando mis piernas como eslabones alrededor de su cintura.


Su abrazo se hizo más intenso y nuestras respiraciones se sincronizaron en un jadeo in crecento que acabó cuando unos nudillos golpearon la puerta, la cual se abrió sin esperar respuesta.


--Siento interrumpir, tortolitos, pero, llegaremos tarde a la coronación de Murray y la jura del cargo de Aedan, ¡es un gran día para los vampiros!, además los arcanos son famosos por su buen gusto a la hora de elegir aperitivos--dijo Blair, mientras nos guiñaba un ojo y salía de la habitación tan rápido como había entrado.
--Creo que ya tengo el regalo perfecto para las próximas navidades, un cerrojo—dije poniendo los ojos en blanco y levantándome de un salto de la mullida cama.
--Pues yo tengo un regalo mejor--dijo cogiéndome de la cintura y atrayéndome hacia él, que se encontraba sentado en el borde de la cama, con las piernas ligeramente abiertas.
--Ahh, ¿Si?—pregunté volviendo a entrelazar mis manos en su cabello.
--Un viaje para dos personas, a España, ¡sorpresa!—dijo sacando del bolsillo de atrás de su vaquero un sobre con dos billetes de avión—todavía no está cerrada la fecha, así que podemos ponernos de acuerdo e ir a visitar a tus amigas, ¿qué te parece?—preguntó efusivamente mirándome con sus hermosos ojos ambarinos con pinceladas verdes, escrutando mi reacción.
--¡Vaya!, genial—es lo único que se me ocurrió decir. No es que la idea no se me antojase atractiva, pero la verdad es que pensé en algo más romántico, una escapada a algún lugar idílico los dos solos, sin amigos, humanos ni vampiros, aunque eso por el momento no podía ser, por lo visto aun tenía que completar la transformación al 100% para que él se sintiese seguro a la hora de llevar nuestra relación un paso más allá.


Los vampiros no cambian de un día para otro, como nos han hecho creer en las películas, si no que, como todo proceso de adaptación, lleva su tiempo. Aunque yo todavía podía ser considerada en parte humana, tenía un pie en el mundo de los vampiros. En realidad era una “sin hogar”, en el sentido más metafórico de la palabra, no pertenecía completamente a ninguno de los dos.
 Me levanté y abrí la bolsa de lona verde, que en esta ocasión me había hecho las veces de maleta. Un vestido de cocktail color azul lapislázuli por debajo de la rodilla, de cuello de barco, con un foulard y unos zapatos de salón en color negro.


Mi madre me había prestado un collar y unos pendientes de turquesas, los cuales me hacían más distinguida, y honestamente, me quedaban fabulosos.


Bas solo tenía que ponerse cualquier trapo para estar sexy, él era la percha deseada de cualquier prenda, que en su cuerpo adquiría automáticamente glamour y estilo.


Blair y Chloe decidieron ir en tonos rosas y fucsias a juego, con dos vestidos por encima de la rodilla con altos zapatos de tacón de aguja y elaborados recogidos de peluquería, y Brannagh, bueno, Brannagh, simplemente, se había soltado su largo cabello dorado y se había puesto un sencillo vestido de lino en color blanco y calzado veraniego.

A Marcie no la veíamos desde lo ocurrido, sabíamos por fuentes fiables, que se encontraba en Francia intentando conocer su pasado. Ninguno la odiaba por su traición, solo sentían una profunda lástima por ella y aunque Blair y Chloe no hablasen del tema, sabía, que en el fondo, la echaban de menos. 700 años es mucho tiempo y una amistad así, necesita algo más que una traición para ser borrada.


En aquel tiempo, había descubierto la perfectamente organizada infraestructura vampírica, compuesta por infinidad de individuos, los cuales estaban muy bien comunicados entre sí. Podíamos saber lo que sucedía en nuestra comunidad más allá de las fronteras de Escocia en cuestión de segundos, aunque con Internet y las revistas del corazón en el mundo humano, tampoco es que fuese nada fuera de lo normal. Pero, todo esto teniendo en cuenta, que lo primero era salvaguardar el secreto a los ojos de estos, aunque como en todas las cosas de la vida, también contábamos con aliados en la raza humana que eran cómplices de nuestro secreto y nos proveían de plasma y otras cosas de primera necesidad.

Isabella, Doménico y Carlo se afincaron en la antigua vivienda de la Sra. Diangello, justo debajo de nuestro dúplex en Victoria Street, y Hide, no dudó en mudarse con sus nuevos inquilinos. Les ayudamos con la mudanza y al abrir la puerta del primer piso, que desde la muerte de la anciana vecina, seguía cerrada, el polvo acumulado nos inundó los pulmones. Abrimos las ventanas de par en par, mientras Hide correteaba por el gastado suelo de parquet, contenta de estar en casa. No solía adoptar su forma humana, pues estaba más cómoda con su lado felino, además, la verdad es que debe ser


todo mejor cuando no tienes que preocuparte de ir a la moda ni del qué dirán.


Todavía entonces, meses después me resultada complicado el usar mis dosis de plasma embotellada o los cómodos inhaladores, aunque el sabor férreo de la sangre, había pasado de algo extraño y casi repulsivo a un manjar similar a lo que un día fuese el chocolate para mí.


Nos reunimos todos en el salón de la mansión Burnett-MacAllister, incluidos mis padres, los Sres. Burnett y Orphidia y Ty, los dos metamórficos que conocimos en el bar la noche anterior a la gran batalla con “Los hijos de Abel”, donde su líder el hombre oso, de nombre Bearny, dio la vida por nosotros. Ambos habían decidido quedarse a conocer mejor Edimburgo y se sentían todavía sin fuerzas para regresar a EEUU, de donde provenían. La mujer-serpiente de esbelta figura llevaba un elegante vestido largo de palabra de honor en satén verde decorado con lentejuelas del mismo tono por el escote. El hombre-tigre, que destacaba por su casi 1,90 de altura recogió su melena a franjas naranjas y negras en una coleta, observando al resto con sus ojos ambarinos, enfundado en un ajustado Smoking de tela brillante, más propio del presentador de un show televisivo que del invitado a una ceremonia de etiqueta.


--¡Espero que alguno haya traído vehículo!—dijo William Burnett sonriente, mientras se colocaba unos elegantísimos gemelos de oro y circonita (el diamante era algo prohibido visto lo visto…y letal).
--Nosotros trajimos la furgoneta, tranqui, Mister—contestó Ty, alzando las llaves de la vieja camioneta azul que se quedaron tras la muerte de Donovan, que a la vez la había tomado de los dos sicarios vampiros.
--Pues yo me pido el Aston Martin—dijo Blair con cara de asco cogiendo del brazo a Chloe y colocándose al lado de su padre en la salida.
--De acuerdo, la limusina me vale—dijo Blair saliendo por la puerta, con Chloe casi a rastras.


Ty subió al asiento de piloto del viejo vehículo de cristales tintados, cuyo interior desprendía un olor a tierra y óxido que no parecía demasiado salubre.


Bas, mi padre, Isabella, Doménico Carlo y yo subimos con ellos, aunque nosotras decidimos compartir el asiento de copiloto, que dentro de lo malo, tenía la ventana cerca para airearnos.


Doménico y Carlo fueron a su manera, informales, uno con pantalones de tela grises y polo en tono marengo y el otro con vaqueros lavados, camiseta negra y chaqueta de cuero vintage.


Isabella fue el “último conejillo de indias” de Blair y Brannagh, las cuales, dicho sea de paso, la dejaron muy guapa, aunque la base era buena. Blair le prestó uno de sus “discretos” modelitos de “lady vamp” en color rojo sangre por debajo de la rodilla y corte asimétrico con un tirante grueso y una manga larga, extrañamente elegante.


No tardamos más de un cuarto de hora en llegar a nuestro destino, el almacén- escondrijo de “Los arcanos”, en el que hacía más de medio año había encontrado a Marcie al borde de la muerte.


Bajamos las escaleras y entramos por el “ya no tan secreto” acceso tras la librería, bajando las escaleras de piedra, con cuidado de no caernos, pues cada vez estaba más desgastada por el paso del tiempo.


Abajo bullía la actividad, el calor de los cuerpos se concentraba, pudiendo aspirar mil notas distintas de olores diferentes, cada uno como un ingrediente único y aromático de una delicada esencia, que era la vida, que fluía bajo su piel. El vampiro que despertaba en mí, cada vez era más fuerte y se apoderaba de mis sentidos, esclavizándome a ellos a la par que, contradictoriamente, me liberaba.


Aedan estaba en el centro de la estancia, frente a la imponente mesa de piedra, sobre la que estaba grabado el escudo de la congregación.


Su porte era regio, casi parecía que fuese a ser coronado en lugar de Murray, que languidecía cabizbajo bajo su presencia, eclipsado. El hermano de Donovan siempre aparentaría poco más de 10 años por toda la eternidad y la gente solo vería un niño, aunque sus ojos transmitiesen siglos de aprendizaje y sabiduría y sus palabras fuesen filosofía en movimiento, entonces y siempre, la gente vería un pequeño de cabello oscuro y mirada audaz.


Ambos vestían sus mejores galas, con trajes oscuros y corbatas rojas. Aedan sería envestido con la entrega de un báculo de poder, creado por los primeros arcanos, entre los que se encontraban la letal Kassidy y el propio Murray Lombard, que sería coronado con la que fuese el símbolo generación tras generación en la realeza de las Lowlands, una labrada corona de oro con rubíes, granates y ámbar engarzados en la misma y en cuyo centro, se hallaba una piedra esférica que contenía supuestamente, la sangre del primer vampiro, Caín, según contaban las leyendas.


--Bienvenidos viejos y nuevos amigos—comenzó a decir Aedan con las manos abiertas hacia nosotros en gesto de saludo—me congratula vuestra presencia en este día especial en el que un nuevo rey será proclamado y un servidor cogerá el relevo de nuestro querido Donovan al que queremos dedicar unos minutos de duelo.


Todos bajamos las cabezas y estuvimos en absoluto silencio. Su rostro de facciones duras y sonrisa pícara vino a mí como una exhalación y desapareció casi tan pronto.


--Dicho esto, pasemos a la jura del cargo—comenzó a recitar el juramento con la mano sobre el báculo, a la par que Murray lo sujetaba. Tras aquellas palabras formales le hizo entrega del mismo y los asistentes nos unimos en un caluroso aplauso al nuevo líder Arcano, el cual había hecho grandes reformas en su comunidad, abriéndose al diálogo y suavizando sus doctrinas.


Mi padre, en calidad de rey de las Highlands, hizo entrega de la corona a Murray, ya que sus progenitores hacía siglos que habían abandonado el mundo de los vivos (y los vampiros) en el ya mítico “gran viaje” que como ellos, mi abuelo Jeremiah realizó, cansado de la eternidad.


Murray fue envuelto por una regia capa de terciopelo, como las que suelen verse en las películas de reyes, dragones y princesas, solo que ésta, estaba desgastada por los años conservando lo que en su día había sido una perfecta costura de hilo dorado, que solo aguantaba en algunos bordes de la misma.


Con el báculo y la corona otorgados comenzó la fiesta y la distensión, Arcanos e iniciados, renacidos, puros y metamórficos….todos, brindamos con copas repletas de plasma de gran calidad y comimos unos delicioso manjares humanos, tales como montaditos de salmón noruego, huggis escoceses, caviar, ostras…


Kassidy iba vestida como una muñeca de porcelana, con su diminuto cuerpecito ataviado con un hermoso vestido de seda azul oscuro, repleto de puntillas y lazadas. Su pelo rubio le caía en una cascada de tirabuzones y sostenía sin pudor alguno una copa de champagne con su manita, algo que para alguien que no estuviese al tanto, resultaría aberrante.


--Me alegro de verte, princesa—saludó haciendo una reverencia seguida de una risita.
--Hola Kassidy, estás muy guapa con ese vestido—intenté agradarle pues sabía cómo se las gastaba.
--No soy una niña Campbell, quizás mi físico sea infantil pero no soy fácil de contentar, hace falta más que un cumplido carente de originalidad, de todas maneras, gracias—cambió su penetrante mirada de ojos fríos como dagas por otra más dulce, pues sabía usar sus cartas—Espero que algún día volvamos a jugar juntas, aun recuerdo la última vez—rememoró mientras daba un sorbito a su bebida—deberías haberte visto la cara cuando creíste que Brannagh…ya sabes—susurró.


--Kassidy, como he dicho me alegra verte, hasta luego—dije girándome y dado por terminada la conversación.


Pululé por la sala durante un rato viendo a la gente reír, disfrutar y hablar de tiempos que ni siquiera había estudiado en historia.


--Espero no interrumpirte—Murray me devolvió a la realidad--Mi hermano querría que lo hubieses tenido tú—dijo entregándome la extraña piedra que supuestamente contenía la sangre del primer vampiro en la palma de mi mano, cerrando mis dedos alrededor con la suya.
--Cuídalo protégelo, pues es un bien muy valioso, más de lo que la gente cree—me miró de tal modo,que parecía querer decirme más cosas de las que sus labios entonaban.
--Gracias, supongo… aunque no se qué puedo hacer con esto, sinceramente—dije mirando la extraña piedra, que curiosamente no parecía tener ningún orificio, pero sí se veía llena de lo que parecía un líquido oscuro, sangre según la mitología, y ¿cuántas veces la mitología había demostrado ser más que un cuento de viejas y libros griegos?


Guardé el extraño obsequio en mi pequeño bolso e hice una reverencia al nuevo rey vampiro de las Lowlands.


--Las princesas no deben rendir pleitesía—indicó dedicándome una sonrisa.
--Yo no soy una princesa, solo una chica con un pasado algo extraño, eso es todo—quise restarle importancia, levantando los hombros, a lo que él estallo en risas.
--¡Qué humana eres!, eso es algo delicioso y refrescante, Campbell—apoyó su pequeña mano sobre la mía con delicadeza.


Sentí las manos de Bas alrededor de mi cintura, tras de mí, aunque de pronto tuve como una especie de shock y escuché claramente la voz de Donovan susurrándome al oído, aunque no pude descifrar lo que decía, pero… ¿cómo comprender algo que ni siquiera puedes estar escuchando…?


--¿Estás bien Lucía?—preguntó Bas girándome hacia él y mirándome con gesto preocupado, mientras me retiraba el pelo de la cara.
--Sí, supongo que la transformación es más acuciante en esta etapa o quizás esté algo emocionada con todos estos cambios…eso es todo—contesté forzando una sonrisa para que Bas dejase de fruncir el ceño, preocupado, como siempre, por mí.


Me insto a abandonar la fiesta, a lo que me negué ensanchando mi sonrisa y pegando un sorbo al fluido carmesí de la labrada copa de cristal. No quería aguarle la fiesta, como de costumbre.


--¡Vamos a bailar!—dijo Brannagh tirando de mí hacia un habitáculo colindante en la que la música comenzaba a sonar.


Era una habitación de paredes irregulares de piedra, que asemejaba una antigua mazmorra rehabilitada, aunque aun podían verse unos cuantos grilletes en la pared, los cuales habían intentado disimular, introduciendo pequeños maceteros en ellos y recorriendo las cadenas con cinta de seda roja. En uno de los extremos, una orquesta de violines, flautas traveseras y demás instrumentos clásicos, entonaban hermosas canciones, que para mí, resultaban desconocidas, pero que extrañamente comenzaba a recordar a medida que se sucedían. El pasado todavía seguía volviendo a mí, como por volúmenes, un sonido, un olor…desencadenaba una tanda de recuerdos que venían en tropel, como la noche de la batalla, que bebí de Brannagh, en la que miles de recuerdos de una vida anterior inundaron y colapsaron mis sentidos.

 
Me dejé llevar por la música y los recuerdos olvidados que me evocaban, podía ver grandes salones, mármol y vestidos de seda, parejas girando alrededor de una orquesta, un joven, un beso—“Tha gaol agam ort”, ¡Donovan!, de nuevo mi pasado romántico con Don volvía a mí para confundirme y pude escuchar, como minutos antes, su voz susurrante en mis oídos e incluso me atrevería a decir que noté el tacto de su piel en mi rostro, pero…eso no era posible…¿o sí?


--¿Es un buen momento?—preguntó Aedan con gesto preocupado, al ver mi rostro que debía palidecer por momentos—quería presentarte a mi segundo al mando, su nombre es Alexander Field—el joven a su lado me hizo una reverencia. No aparentaba más de 17 años, tenía unos preciosos ojos color avellana y un rostro amable, aunque había visto en otras ocasiones que no siempre esas caras ocultan una buena persona.
--Es un honor Evelyn—besó mi mano, haciéndome notar al instante que sí era de confianza, no podría decir por qué lo sabía, pero tuve la certeza.
--Por favor llámame Lucía, Evelyn es parte de un pasado, que por cierto aun no he logrado vislumbrar del todo—me quedé absorta en mis pensamientos, como de costumbre.


Decidí disculparme y aceptar el ofrecimiento de Bas, que, junto mi madre me acompañaron a casa en la limu. Ambos me contaron que Alexander Field era un vampiro puro proveniente de Inglaterra, el cual, había sido prometido de Blair en el pasado, ¿os lo podéis imaginar? Por lo visto su familia era una de las más reputadas entre los vampiros del reino unido, pero ella jamás mostro interés alguno por Alexander que a su vez mostraba demasiado por el resto de mujeres pertenecientes o no a su mundo. Así pues el compromiso fue anulado y ahora siglos después se reencontraban en Edimburgo.


Mi padre, Gladis y mi hermana se quedaron a realizar tareas diplomáticas, y dicho sea de paso, a beber y bailar, mientras mi madre me tapaba y acariciaba mi frente, hasta que el sueño vino a mí.

 
Girando y girando, como en un carrusel de rostros borrosos y Dantescos, alguien me sujetaba las manos convirtiendo la danza en condena.


La música se escuchaba cada vez más rápido y las risas de las máscaras desfiguradas que me rodeaban se elevaban dañándome los oídos, hasta que al final grité y una mano me agarró del brazo, sacándome de allí.


De pronto estaba en unos jardines, podía notar el viento acariciando mi piel y oler las notas florales en el mismo. Una luna llena imponente se alzaba sobre mí y mi salvador, al cual pude reconocer por su cabellera azabache y sus profundos ojos del color del océano, cargados en esa ocasión de dolor.


--¿Qué te ocurre Donovan?—pregunté mirándolo apesadumbrada, parte de mí sabía que era un sueño, pero otra quería conocer la causa de su desdicha.
-- Tengo miedo, por primera vez—dijo mirándome fijamente sin un ápice de su afilado humor en el tono de su voz.
--¿De qué tienes miedo Don?—pregunté, sabiendo lo estúpido de dicha cuestión ya que me dirigía a un vampiro muerto, que era parte de mi imaginación nocturna.
--No es de qué Lucy, es por quién, es…por ti—dijo acariciando mi rostro con su mano gélida al tacto, tanto que creí por un momento sentir un escalofrío.
--No temas Don, mi familia y amigos me cuidan y estamos muy orgullosos de Aedan, está haciendo las cosas muy bien, cambiando para mejor—añadí dedicándole una sonrisa.
--Corres peligro Lucy, ahora no podemos hablar—dijo posando su mano de nuevo sobre mi mejilla, mientras podía ver como el idílico paisaje a nuestro alrededor se desdibujaba.
--¡Volveré!—sentenció antes de desvanecerse…

Me desperté, sudando como hacía meses que no me ocurría, no sabía si era miedo o la propia excitación del día lo que me provocaba aquello, pero si algo había aprendido era a no dar nada por imposible…

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5 confesiones

  1. uyy sin palabras pero para bien o para mal :D se aceptan críticas ^* jajaja

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  2. Hola Lu!!
    Me ha gustado mucho.
    Los cambios geniales!!!
    Esperamos más.
    un besito

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  3. Tengo ganas de leer el libro para saber cómo continúa la historia =)

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  4. Leyna ya sabéis se aceptan críticas^^ Así pues si quieres leer un poco más me dices^* un abrazoo

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